La melatonina es una hormona derivada de la 5-hidroxitriptamina o serotonina, secretada por la glándula pineal y cuya función principal es la regulación del ritmo circadiano del individuo y del ciclo de sueño/vigilia, lo que la involucra también en la regulación de otros ciclos neuroendocrinos y de la temperatura corporal, pues estos siguen también un ritmo circadiano, que se repite diariamente en el ciclo de luz y oscuridad en que vivimos.
La melatonina reduce la actividad de una serie de glándulas endocrinas: la hipófisis, las suprarrenales, el páncreas, las gónadas y las glándulas paratiroideas. Además, influye en la modulación del inicio de la pubertad y en la actividad del sistema reproductor y podría estar involucrada en el desarrollo fetal temprano, ejerciendo efectos directos sobre la placenta e influyendo en el establecimiento de los ritmos diurnos y la sincronización del reloj biológico fetal. La pineal o epífisis cerebral produce también otras hormonas polipeptídicas e indolaminas, cuyas funciones aún no han sido bien establecidas.
La melatonina se produce en mayor grado durante la noche, cuando los estímulos luminosos se reducen y el metabolismo se enlentece. La poca o nula entrada de luz a la retina, estimula la producción de melatonina, mientras que la luz brillante inhibe su producción.
Al liberarse, favorece la conciliación del sueño, aunque en este proceso influyen en forma importante factores como el de tener una rutina de sueño, la creación de un ambiente propicio y la adopción de hábitos saludables que ayuden a regular el reloj biológico corporal.
La melatonina aumenta el tiempo total de sueño, disminuye la cantidad de tiempo necesario de sueño, mejora la calidad del sueño y es útil en el tratamiento del insomnio. Su producción declina con el envejecimiento, razón por la cual los trastornos del sueño son mayores en los ancianos, en quienes el suministro de la hormona ayuda. Es útil en trastornos del sueño en personas ciegas, en personas con desfase horario, en quienes realizan trabajo por turnos y en niños con problemas para conciliarlo.
El ritmo circadiano es un proceso fisiológico de ocurrencia repetitiva cada 24 horas, que regula el ciclo sueño/vigilia. Este es establecido por las concentraciones sanguíneas de la melatonina y permite la existencia de un mecanismo interno que sincroniza las funciones de alimentación, reproducción, sueño, temperatura y otras, con el ciclo diurno y nocturno. Su funcionamiento normal es muy importante para las funciones intelectuales, la capacidad de atención, el desarrollo, el bienestar general, el estado de ánimo y la conducta apropiada.
La melatonina es vital en este proceso, pero además tiene acciones antioxidantes, contribuye al fortalecimiento del sistema inmune, ayuda en la prevención de ciertos problemas psicológicos, reduce la acidez y favorece el vaciamiento gástrico, mejora la depresión estacional, disminuye la confusión y agitación vespertina en el Alzheimer y ayuda en el tratamiento de la migraña, entre otras acciones beneficiosas.
La administración médica de melatonina es relativamente segura y bien tolerada, cuando se la usa en dosis bajas y por corto tiempo. Usualmente no debe excederse los 3 meses de tratamiento. En estos casos, los efectos secundarios son raros y leves. Pero, como no existe ninguna droga, ni siquiera el agua, que no produzca efectos colaterales, siempre debe ser administrada bajo prescripción médica.
Los efectos adversos más comunes son somnolencia excesiva durante el día, fatiga, dolor de cabeza, migraña, náuseas, mareos; menos frecuentemente dificultad para concentrarse, ansiedad, irritabilidad y empeoramiento de la enfermedad depresiva.
En niños, la melatonina puede causar crisis convulsivas, por lo que su uso debe ser siempre indicado por un pediatra. Estudios retrospectivos recientes, con tratamientos superiores al año de duración, han encontrado una correlación positiva con mayor riesgo de sufrir de insuficiencia cardíaca, de ser hospitalizado por esta condición y una mayor mortalidad general.
La melatonina interactúa con muchísimos medicamentos de uso ordinario: anticoagulantes y antiplaquetarios (aumenta el riesgo de hemorragias), depresores del sistema nervioso central (efecto sedante aditivo), anticonvulsivos (peligro de convulsiones), antihipertensivos (hipertensión arterial), diabetes (hiperglucemia), anticonceptivos (efecto sedante aditivo), inmunosupresores (antagonismo).
Está contraindicada en las embarazadas o que estén lactando. Se debe tener precaución en su administración en personas que trabajen como conductores de vehículos automotores, que manejen maquinaria pesada y que realicen actividades peligrosas, quienes deberían de suspender las mismas.
Leer también: Seguimos entrampados




