Con flota invasora o sin flota, con Nobel comprado o sin Nobel, con alacranes o sin estos, con oposición democrática o sin la misma, seguimos entrampados en una diatriba entre dos extremos “salvadores”, ambos destinados por la providencia para construir una Venezuela de bien, de felicidad y de trabajo, pero ya sin habitantes, sin venezolanos, quizás con inmigrantes extraterrestres devenidos en ciudadanos terrícolas.
No sé si estos serán parte de lo que el Gobierno llama “el hombre nuevo”, al que agruparán en comunas, que por obra y gracia no sabemos de quién ni de cuál fuerza, pues de la educación formal no es, resolverán todos los problemas existentes y nos garantizarán la armonía que perdimos en estos 27 años de combate “revolucionario”. O, a lo mejor, serán los sobrevivientes de la razia generalizada que los otros, sus adversarios, nos anuncian, orgullosamente, resultados de la selección natural darwiniana; los sobrevivientes del Homo sapiens sapiens, que supongo se llamará Homo corinus trumpensis.
Mientras esto se resuelve, más de 600 mil venezolanos, que se encontraban legalmente establecidos en EE UU, luego de que se impulsó su emigración y se los presentó en el mundo entero como quienes huían despavoridos, del acoso y la persecución de un régimen criminal, narco terrorista asesino, son transformados en ilegales y pasan de la noche a la mañana de la esperanza a la desazón y del deseo a la orfandad. Pero lo peor es que fueron sus mismos compatriotas, precisamente quienes se beneficiaron políticamente de su emigración, los que los cambiaron de perseguidos políticos, a ser parte de una banda delictiva transnacional tropical, rescatada mediáticamente: el “Tren de Aragua”, peor que la Al Qaeda de Bin Laden. O a ser integrantes de esa ficción de la CIA de finales de los años ochenta: el “Cartel de los Soles”.
A Trump le sirvió ese guion, para sus planes mundiales, y lo ejecuta usando todo su poder y su perversidad delictiva. Pero, la escalada propagandística de la locura opositora extremista no se queda en estas vilezas, ahora resulta que el chofer de autobús, junto con Jorge Rodríguez, son las “máster minds” que controlan todos los procesos electorales del mundo, garantizando los fraudes que llevan a la presidencia a la “izquierda”, Biden entre ellos, y… no se rían, es demasiado trágico para las risas. En su insania, ayudada por la prensa transnacionalizada y los más abyectos intereses mundiales, cualquier cosa que se les ocurra será hecha posible en el imaginario de la gente común.
Son expertos en crear matrices de opinión, con cimientos que las hacen indestructibles. Recordemos que meses antes de las elecciones de julio de 2024, Maduro ya había perdido la reelección. Era imposible que ganara, decía cualquiera que fuera consultado.
Y no nos extrañe, que al lado del mito de la presencia militante de Hamás y Hezbolá en Venezuela, quienes parecen tener mucho tiempo libre pese a los combates en que están metidos, aparezca el cuento de que hay armas de destrucción masiva: atómicas, gas mostaza y otras, escondidas en refugios subterráneos en Margarita. Pero del otro lado, las cosas tampoco mejoran, pese a la buena voluntad de muchos, que han actuado en defensa, no de ellos, sino de Venezuela, y combaten sin descanso la violencia opositora extremista.
¿Dónde está Macario? Pregunto. Deberían darnos una respuesta. Es desesperante tener a un familiar desaparecido y no saber nada del mismo. Y eso lo saben miembros de la cúpula gubernamental que lo sufrieron en el pasado. ¿Cuál es la acusación que se le hace a Enrique Márquez? Tiene 10 meses detenido y solo hace muy poco permitieron a su esposa verlo. ¿Por qué no ha sido presentado en tribunales?, ¿Por qué se la ha impedido nombrar su abogado?, ¿Por qué se lo tuvo en desaparición forzada?
¿Cómo es posible, que ante el peligro de una agresión armada extranjera, que requiere de total unidad nacional para enfrentarla, el PSUV se prepare para instrumentar un modelo de control absoluto de la sociedad, inconstitucional, a través de lo que llaman el poder comunal?, ¿Cómo es posible que no se le ocurra discutir esos planes con la sociedad toda?
La participación protagónica no solo es de quienes los apoyan, tiene que ser de toda la sociedad democrática. No solo sufrimos el rechazo internacional de nuestro gentilicio, por el que todo inmigrante venezolano es un delincuente, que debe ser humillado, apresado y deportado, sin fórmula de juicio, sino que somos también ignorados, perseguidos o amenazados por un gobierno que ha perdido el norte de su responsabilidad. Ambos bandos están destruyendo nuestro país, nuestra convivencia, nuestra salud mental, en forma impune y con el discurso cínico de que nos están salvando. ¡Basta, por favor!
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