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martes, octubre 28, 2025
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Raimond Gutiérrez…Nuestra crisis económica personal y familiar

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En esta ocasión –como casi siempre– no descubrimos el agua tibia, dado que son públicos, notorios y comunicacionales los indicadores nacionales e internacionales que revelan la data y profundidad de nuestra crisis económica. Y, por supuesto, no es nuestro ánimo causar zozobra ni generar rencores contra nadie.

Se trata de una revisión que recopila, organiza, analiza, interpreta datos, extrae conclusiones y realiza pronósticos (como trabajo estadístico) para mostrar lo que es vox populi y que padecemos silentes la mayoría de los hogares venezolanos.

En ese orden de ideas, resalta que lo percibido por la jornada de trabajo solo logre satisfacer a medias la alimentación más básica y sufragar los maltrechos servicios públicos, dado que por la severa crisis económica, en lo personal y familiar, se ha perdido toda capacidad de ahorro y cada vez cuesta más esfuerzo pagar otros gastos de suma importancia: educación, salud, telefonía y conectividad.

A estas alturas, en el concierto mundial ya nadie tiene duda de que no se exagera cuando afirmamos que los venezolanos la estamos pasando mal, muy mal. Sin embargo, ya no preocupa tanto la crisis en sí misma, sino su mayor agudización en el futuro inmediato. Siendo, en efecto, así, para coincidir una vez más en que no se trata de un melodrama, examinemos lo que sigue.

De acuerdo con los resultados de encuestas realizadas por empresas nacionales del ramo (Consultores 21, Delphos, Hercon, Meganalisis y otras) y con los estudios de la Academia Venezolana de Ciencias Económicas, del Observatorio Venezolano de Finanzas, del Centro de Investigación Pew (PRC por sus siglas en inglés) y otros, en torno al primer semestre de 2025: en promedio, el 87 % de los venezolanos considera que el principal problema del país es la crisis económica; que las mayores preocupaciones de las familias están asociadas a las dificultades económicas; y que la mayor dificultad personal y familiar es cubrir la canasta básica alimentaria.

Y es que esos datos no podrían ser de otra manera, dado que, según el Informe de la Relatoría Especial (febrero 2024) de la Organización de las Naciones Unidas: el 82 % de los venezolanos vive en pobreza y el 53 % en pobreza extrema. Según esa necrología, más de 9 millones de venezolanos viven en situación de inseguridad alimentaria.

Otros datos alarmantes del mismo, dan cuenta de los motivos de preocupación con relación al futuro inmediato: el 85 % gasta sus ingresos para poder comer, el 38 % asiste a programas de donaciones, el 46 % ingiere alimentos desagradables y el 67 % está en la mendicidad.

Por lo demás, según el Reporte Macroeconómico de Venezuela (primer semestre de 2025) del PNUD: en un contexto nacional de elevada incertidumbre, persisten retos significativos en materia inflacionaria y cambiaria. La inflación anualizada, que al cierre de junio alcanzó 216,70 %, está asociada en gran medida a la constante devaluación del tipo de cambio y a factores de incertidumbre política y económica vinculados tanto al entorno nacional como internacional.

Asimismo, con arreglo al Informe de Monitoreo Remoto sobre Venezuela, de la Red de Sistemas de Alerta Temprana Contra la Hambruna (Fews Net por sus siglas en inglés), que sirve a la FAO: la inseguridad alimentaria acentuada (Fase 2 del sistema de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria) persiste para la mayoría de los hogares pobres, y se estima que la población en necesidad extrema sigue estando entre 2,5 y 3,5 millones de personas entre octubre de 2024 y mayo de 2025.

En ese contexto, la preocupación sigue siendo por los hogares muy pobres que no cuentan con fuentes de ingresos en divisas y que tienen acceso limitado (muy poco o ninguno) a remesas internacionales y/o programas sociales.

También, del Informe Cualitativo de la Salud (al cierre de 2024) del Observatorio Venezolano de la Salud, se infiere que las enfermedades cardiovasculares y la obesidad han aumentado en el país, debido a que la población come lo que puede (exceso de carbohidratos) y no lo que debe.

Consecuentemente, es por la situación de inseguridad alimentaria que en el país se generan los riesgos más inmediatos: “Es bien conocido que el hambre afecta al sistema inmunológico y la capacidad de respuesta ante infecciones de todo tipo. También baja la capacidad intelectual, de crecimiento y de desarrollo de los niños”. 

Esos mismos estudios también informan que: el 70 % de las familias venezolanas (7 de cada 10) no tiene ingesta alimentaria diaria que contenga al menos una proteína animal (carne de res, de pollo o de pescado), y cuando alguna vez la ingiere, lo hacen con un promedio de cada 40 días; siendo que lo único que en ese sub rubro consumen es: grasas, menudos o patas y vísceras de res y de pollo.

Otros resultados son: debido a la pérdida del poder adquisitivo en el país, el grupo vulnerable compuesto por jubilados, pensionados y trabajadores públicos, no están cubriendo sus necesidades básicas, situación que los ubica en la línea de pobreza extrema.

El restante minúsculo porcentaje de la población, que no se considera en tal pobreza, se debe generalmente a que recibe remesas de sus familiares, trabaja en el sector privado o tiene salarios alrededor de los 300 dólares mensuales (± 10 diarios). Para demostrar todo lo anterior, hacemos las simples operaciones aritméticas que siguen:

  • Desde el 7-1-25 (a Bs. 53,01) al 20-10-25 (a Bs. 205,67), el dólar BCV ha tenido una variación de Bs. 153,66 (equivalente al 287,98 %).
  • La variación diaria del dólar BCV es de Bs. 1,93, como puede comprobarse del 17-10 al 20-10-25.
  • Lo anterior significa que si al 7-1-25, un kg de carne bovina costaba $3,50, al 20-10-25 cuesta 13,57 dólares al BCV.
  • A ese ritmo de devaluación (1,93 bs/día), faltando 49 días bancarios (en los que se publica el tipo de cambio oficial) de este año, multiplicado por la variación diaria, resulta que para el 30-12-25 tendremos un precio promedio del dólar BCV de Bs. 300,24. Ese resultado se obtiene de la siguiente ecuación: 1,93 (bs/día) x 49 (días bancarios) = Bs. 94,57 (devaluación acumulada) + 205,67 (valor $ al 20-10-25) = Bs. 300,24.
  • De ese último resultado es de donde puede deducirse que para el 30-12-25 cada kg de carne bovina costará ± $30.

De todo lo que inmediatamente precede, cabe preguntarse: de continuar en aumento la crisis económica ¿En los próximos dos meses las familias venezolanas ingerirán más y mejor proteína animal? La respuesta –de Perogrullo– salta a la vista: no.

De las soluciones nada diremos en esta oportunidad, pues el cimiento de todas ellas es harto conocido. A modo de cierre, solo recordaremos que lo más importante sigue siendo no perder la fe y la esperanza en que, definitivamente, habrá un mejor porvenir, porque está escrito: “Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza», Jeremías 29:11.

Leer también: El regreso de una generación

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