
Si hay algo que siempre me ha fascinado del rock, es su recurrente vinculación con la literatura universal. A continuación les presento un caso emblemático. La canción “Corazón delator”, escrita por el recordado compositor, guitarrista y cantante argentino Gustavo Cerati; tema incluido en el álbum Doble Vida de Soda Stereo en 1989. Esta hermosa balada guarda una inteligente relación con el cuento “El Corazón Delator” (1843), obra maestra del escritor y poeta estadounidense Edgar Allan Poe.
Lo primero que debemos acotar es que esta canción no es exactamente una copia o réplica del referido cuento. No obstante, el propio Cerati llegó a declarar que ciertamente el tema estaba inspirado en ese famoso relato. Por ello, podemos visualizar algunos elementos comunes. Por ejemplo, en ambas creaciones se señala la existencia de un “corazón” que por motivaciones diversas impulsa a un personaje a delatarse, confesar o expresar algo oculto que no quiere admitir.
Por supuesto, entre ambas obras hay un rasgo conceptual que marca una profunda diferencia. Cerati recurre a la antítesis como enfoque para diseñar el mensaje del tema. Mientras el “corazón delator” de Poe, develado en un acto demencial, encarna ese zumbido perturbador que obligó al asesino narrador a confesar su crimen; el “corazón delator” de Cerati simboliza las sensaciones y sentimientos de un hombre que no desea admitir abiertamente que está enamorado. Como vemos, crimen y amor se contraponen.
Contrariamente, el inicio de la canción dibuja las escenas finales del cuento. Cerati comienza cantando: “Un señuelo/ Hay algo oculto en cada sensación”. En el cuento, casi al final del relato, y tras ver llegar a los tres agentes policiales, de inmediato el asesino narrador les muestra toda la casa, conversando cortésmente con ellos. Vale decir, usa como “señuelo” esa conducta fría y calmada para disimular la presencia de un cadáver “oculto” (descuartizado y sepultado en la habitación).
“Ella parece sospechar/ Parece descubrir, en mí, debilidad/ Los vestigios de una hoguera”, concluye Cerati en su primera estrofa. En el cuento, y mientras avanzan en su diálogo, el asesino narrador comienza a sentir que “ellos” (policías) ya “sospechan” de él. Admite la envolvente palidez que se apodera de su rostro, una muestra inevitable de “debilidad”. Presiente que los gendarmes están a punto de “descubrir” las evidencias o “vestigios” del crimen, llamado por Cerati, “hoguera”.
En el estribillo “Oh, mi corazón se vuelve delator/ Traicionándome”, el autor intérprete anuncia el mensaje de su canción. El cantante narrador reconoce que está enamorado y que, por tanto, le resulta difícil disimularlo. Así, en la siguiente estrofa, adiciona: “Ella lo puede percibir/ Ya nada puede impedir, en mí, fragilidad/ Es el curso de las cosas”…
Poe, maestro de la brutalidad y la tragedia, finalizando el cuento, nos conduce hacia el clímax de lo siniestro. El asesino narrador, afectado por el supuesto zumbido proveniente del corazón de su víctima (sepultada), confiesa en voz alta su crimen y ubicación del cadáver.
Al final del relato, el enfurecido homicida increpa a los policías gritándoles: “No disimulen más tiempo; confieso el crimen. ¡Arranquen esas tablas; ahí está… ¡Es el latido de su espantoso corazón!”.
Otras similitudes. Ambas obras fueron publicadas en enero. El cuento en enero de 1843 y el tema, en formato sencillo CD, en enero de 1989. Igualmente, ambas creaciones guardan relación con la ciudad de New York. Allí Poe reeditó este cuento en 1845, y en esa misma ciudad, la banda Soda Stereo grabó todos los temas del álbum Doble Vida entre junio-septiembre de 1988.
Con este resumido ensayo homenajeamos así al gran Gustavo Cerati, icono indiscutible del mejor rock en español de todos los tiempos. Luego de un extenso coma que llegó a prolongarse por unos cuatro años, falleció en Buenos Aires, Argentina, el 4 de septiembre de 2014. Tenía 55 años.
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