spot_img
miércoles, enero 15, 2025
InicioOpinión¡Ese muerto, es mío!

¡Ese muerto, es mío!

- Publicidad -

Hace muchos años, más de un siglo, Venezuela tenía un presidente de nombre Antonio Guzmán Blanco. Era una época de inestabilidad en la patria. Aún se operaban guerras entre venezolanos, todos detrás del bendito poder.

Por lógica, durante esas guerras se produjeron sangrientas batallas con  impresionante saldo de muertos y heridos. Guama no fue ajena a estas circunstancias. Así se produjo en todo este pueblo una batalla que hoy se conoce como “Batalla de Guama”.

En esta batalla peleó y resultó victorioso el bando del gobierno a la cabeza del general Matías Salazar.  Con este triunfo se consolidó en el poder el presidente Guzmán Blanco,  quien recibe la noticia del triunfo de su ejército en la “Batalla de Guama”,  encontrándose en Valencia. 

El presidente Guzmán no ocultó su emoción y ordenó al ministro de Justicia que hablara con el señor arzobispo para que este oficiara un tedeum de acción de gracias por el triunfo de sus tropas en la citada batalla. 

El señor arzobispo recibe al ministro y responde que oficiaría el tedeum, pero el gobierno debería dar una señal de concordia que podía ser una amnistía para los derrotados. El presidente no aceptó este planteamiento, y ordena que el señor arzobispo debería abandonar el país en un plazo, que creó, era de 8 días.

Por su parte, el general Matías Salazar, también emocionado por ser protagonista de la victoria de Guama, acuerda crear una condecoración para distinguir a aquellos militares que dieron muestras de valor durante la batalla. Es decir, entre los que llamaríamos las tropas leales al presidente Guzmán Blanco. 

Tal condecoración se conoce con el nombre de “Batalla de Guama”. Fueron varios los héroes condecorados. Tal condecoración fue anulada, pues  según la ley para crear una condecoración debe ser aprobada en Consejo de Ministros, y esto no se cumplió.

Estos incidentes fueron alejando al presidente Guzmán Blanco y al general Matías Salazar. Las diferencias llegaron a tal punto que en una recepción donde se encontraban el señor presidente, su esposa y el general Matías Salazar;  cuando este último le pidió a la primera dama que le concediera el honor de bailar con él, intervino el presidente Guzmán Blanco y de frente le dijo delante de los presentes aquella famosa frase: ¡Usted, no baila con mi mujer!

Todo ello fue como el devenir de la “Batalla de Guama”. Tiempo después las diferencias entre los dos poderosos personajes se acentuaron, y el general Matías Salazar terminó condenado a muerte en un raro proceso

Para concluir, se dice que el presidente al referirse a tal ejecución,  realizó un comentario que la sabiduría popular lo repite como “¡Ese muerto, es mío!”.

Artículos relacionados

Últimas entradas

lo más leído

TE PUEDE INTERESAR