Basilides (Alejandría, 117—138) célebre gnóstico de su tiempo, enseñaba que del Dios supremo deriva una divinidad de la que se engendran 365 cielos o mundos, entre ellos, el nuestro, gobernado por el dios de los judíos.
Nuestro mundo contiene una inteligencia que revela la existencia de Dios. Esta divinidad, denominada Abraxas, contiene siete letras y representa los siete días de la semana, también la suma de los números representados por sus letras es de 365, el número de días del año.
Abraxas o Abrasax se extendió por el mundo: una placa de plomo que se conserva en el Museo del Louvre, contiene un conjuro al espíritu de un muerto “por Barbaratham Cheloumbra Barouch Adonai y por Abraxas”, en la que se puede reconocer un fragmento de la oración judía “barouch aththa Adonai” (bendito por el Señor).
En el Museo de El Cairo se conserva una placa que contiene un amuleto y un conjuro “por Abrathabrasax”. Otro amuleto que data del siglo V incluye la frase “Señor Sisiro Sisiphermou Cnouor Abrasax”.
También el nombre aparece en una filacteria destinada a brindar protección contra los demonios y las fiebres: Abrasax Abrasicho’ ou.
Francois-Andre-Adrien Pluquet (1716-1790), arzobispo de Albi, luego de Cambrai de B acota: Basilides, que adoptó la filosofía pitagórica, concluyó que nada era más apto para atraer las influencias benéficas de esta inteligencia, que la expresión del número trescientos sesenta y cinco, y como los números se expresaban utilizando las letras del alfabeto, escogió del alfabeto las letras cuya secuencia podía expresar trescientos sesenta y cinco y esta secuencia de letras formaba la palabra Abraxas, que tiene la virtud de atraer poderosamente la influencia de la inteligencia productora del mundo.
Como Pitágoras presumía que la inteligencia productora del mundo residía en el Sol, la palabra Abraxas se unió a la imagen del Sol como explicación de las virtudes que se le atribuían.
La gente de esta época estaba obstinadamente obsesionada con la virtud de los talismanes, y así es como Abraxas se extendió casi por todas partes y en lugar del Sol, se tallaron en el Abraxas diferentes símbolos que eran más aptos para representar sus características, y finalmente los favores que uno esperaba de él y que uno deseaba que se le concedieran, como se puede ver en un Abraxas que representa a un hombre montado en un toro con esta inscripción: devuelve el vientre de esta mujer a su lugar apropiado tú que gobiernas el curso del Sol.
Cayo Julio Higinio (Fab. 183) da a Abrax Aslo Therbeeo, como nombres de los caballos del sol mencionados por Homero. El pasaje está miserablemente corrupto, pero puede que no sea accidental que las primeras tres sílabas formen Abraxas.
No podemos obviar el poder de Abraxas para acercarnos al Creador en la búsqueda de solucionar nuestras necesidades.