La actitud hacia la inmediatez, rápido y sin pausa, ha sido, no sé si genético o histórico, el comportamiento latino por excelencia de realizar y gestionar cualquier actividad que necesitemos hacer realidad, y que apunta directamente en su beneficio.
Pues bien, algunos comercios no escapan ni advierten de este inusual comportamiento. La ambición no tiene límites. Hacerse de un dinero extra, sobre todo en la “bodeguita del medio”, atraviesa inequívoca por el incremento de precio a productos de consumo masivo.
No es descabellado pensar que además de las variables macroeconómicas que afecta el proceso inflacionario está, lamentable, la actitud del ser humano en cuanto a la actitud desmedida de ganar por encima del margen de rentabilidad de cualquier forma, aún cuando vaya en contra de sus propios vecinos
Primero yo, segundo yo y tercero yo. “No hay lugar pa’ tanta gente”. El ego y la ambición en su máxima expresión.
Por naturaleza, los latinos somos adictos a la inmediatez aún en lo más ínfimo. La ambición en el ser humano no tiene límites, debido a que su vida, foco y objetivos gira en torno a lo material, la acumulación de la riqueza, aun llevándose por delante a seres “queridos”. Su prioridad, sus intereses, algunos sin escrúpulos. Hasta otra travesía…
