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sábado, noviembre 23, 2024
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Aquel 19 de abril de 1810

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El 24 de septiembre de 1782, nace en Caracas José Félix Blanco. Era una época en la que parte del mundo, vivía las consecuencias de la llamada Revolución Francesa y nuestra América latina, recibía la fuerza de la opresión del sistema colonial y, el poder español tenía por norma la voluntad del Rey de España. La referencia a José Félix Blanco, la motiva la llegada a mi memoria, del recuerdo de aquel 19 de abril de 1810, y lo ocurrido en Caracas en esa misma fecha. El nombrado personaje, inteligente, dinámico y de claro entendimiento, llegó a ser sacerdote.

Nuestra patria había experimentado, a partir de la llamada conspiración de Gual y España en 1797, la ejecución del primer mártir de los que deseaban la independencia de Venezuela, de la corona española. Ese mártir lo encarnó el generoso José María España. Vinieron luego las tentativas fracasadas del general Miranda, en sus intentos de penetrar Venezuela a través de sus costas. El expresado sacerdote se ve mezclado el 19 de abril de 1810 con Roscio, Sosa, Madariaga y otros, en la llamada deposición de Emparan, de la Capitanía General de Venezuela.

Ese 19 de abril, cuenta un cronista de la época, se buscó establecer en este país un gobierno originado en la voluntad popular, proclamando grandes principios tales como: abolición de tributos, libertad de alcabala, prohibición de importar esclavos, fomento de industrias y libre comercio con otras naciones de la tierra. Es decir, desaparecer esas limitaciones que les imponía el imperio español.

Ese 19 de abril, se presentó una discusión extraña y particular en el seno del Ayuntamiento de Caracas. El Capitán General, intervino, se acaloró y no opuso reparos a los ataques que le hicieran, a viva voz, los doctores Roscio y Sosa que le impugnaban sus informes sobre el estado de España que se encontraba invadida por los franceses.

En el salón donde se opera la discusión referida, estaba José Félix Blanco, ya citado y comprometido en el proyecto de la revolución que se buscaba llevar a la realidad y el debate presentaba síntomas desfavorables, para los patriotas partidarios de la revolución.

Ante esta realidad, el doctor Roscio se levanta de su asiento, se acerca al joven presbítero José Félix Blanco; lo saca de la sala y le encomienda buscar al Padre Madariaga y este lo consigue en la iglesia de La Merced, lo impuso de su misión, de lo que ocurre en el cabildo y Blanco, regresa, logra que Madariaga se incorpore a la discusión como diputado del clero y pasa a ser protagonista y rebate al capitán general Emparan, en las noticias que este da sobre la situación española, con argumentos basados en impresos y cartas que sacó de sus bolsillos, conduciéndolo frente a lo acalorado de la discusión, al extremo de sacarlo al balcón para preguntar al pueblo si quería que su persona continuara en el poder y como sabemos, la respuesta del pueblo fue negativa gracias a las señales que, en esa dirección, realizó Madariaga cuando se encontraba a sus espaldas y de frente al pueblo.

Es trascendente este suceso, pues cita a 1810 y, situaciones como esta contra el poder español, no se habían materializado en territorio de este país. Son detalles que poco se conocen de nuestra historia y que se obtienen al leer los cronistas de la época.

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